Encharcándose los ojos para evitar ver el dolor o la dosis de placer que me estaba regalando, quizás dejé de pensar en disfrutarlo el poco tiempo que lo tuve y no tuve remedio a aceptar que en ese momento era solo mío.
Gritarle un "te quiero" hubiese estropeado aquel momento, solo suyo, solo mío.

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